un paisaje natural de un bosque simbolizando las Soluciones Basadas en la Naturaleza

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El cambio climático es un desafío global que requiere de la acción conjunta de países, gobiernos, corporaciones y sociedad civil. En respuesta a este reto, la comunidad internacional ha puesto en marcha una serie de compromisos para reducir las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero a la atmósfera con la mirada situada en 2050. 

La apuesta mundial por la eficiencia energética, el fomento de las energías renovables o el impulso de proyectos de economía circular son algunas de las medidas consensuadas para alcanzar los objetivos de neutralidad en carbono. Sin embargo, existen una serie de emisiones, como las de la industria pesada, que no se pueden evitar. Para compensarlas contamos con un poderoso aliado, las soluciones basadas en la naturaleza (SBN).  

¿Qué son las Soluciones Basadas en la Naturaleza?

Las soluciones basadas en la naturaleza, del inglés Nature Based Solutions (NBS), son enfoques, acciones o procesos que utilizan los principios de la naturaleza para dar solución a algunos de nuestros desafíos sociales más urgentes, como el cambio climático.

El término para nombrar a las soluciones climáticas naturales fue presentado por iniciativa de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Banco Mundial a finales de la década del 2000 y, posteriormente, adoptado por los responsables de la Comisión Europea. Hoy en día, las soluciones basadas en la naturaleza están perfectamente alineadas con el programa de la Agenda 2030 y pueden contribuir de forma efectiva a que una región alcance los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados.

La aplicación de soluciones basadas en la naturaleza, como la reforestación, aumenta la resiliencia climática y contribuye a la protección y restauración de humedales, turberas y ecosistemas costeros y marinos. Asimismo, en una sociedad cada vez más urbanizada, fomenta el desarrollo de espacios verdes urbanos y la instalación de tejados y muros verdes, generando ciudades más sostenibles. Además, la promoción y gestión sostenible de bosques y tierras de cultivo contribuye a la adaptación al cambio climático al mismo tiempo que genera valor, gracias al ahorro de costes y la promoción del empleo local. 

bosque de abetos

Bosques

Los bosques tienen un doble papel en el cambio climático. Actúan como causa y como solución para las emisiones de gases de efecto invernadero. Los datos más recientes indican que las plantas y los árboles extraen y «secuestran» hasta el 45 % del dióxido de carbono gracias a la fotosíntesis, evitando que permanezca en la atmósfera. Restaurar los bosques y mejorar las prácticas forestales podría eliminar hasta 7000 millones de toneladas métricas de carbono cada año, el equivalente a neutralizar 1500 millones de automóviles.

La reforestación consiste en recuperar zonas boscosas destruidas en épocas recientes mediante la plantación de árboles nuevos y la siembra de semillas de especies arbóreas. Los bosques ayudan a prevenir la erosión del suelo o la desertificación y son importantes para proteger los campos y las zonas urbanas de la acción del viento. Cuando se sitúan a lo largo de las riberas de los ríos o las costas fortifican y estabilizan la zona. Además, contribuyen a proteger ecosistemas naturales que de otra manera no podrían desarrollarse.

Las compañías también pueden contribuir a la reforestación mediante la compensación de las emisiones de carbono fuera de su ámbito de producción, realizando aportaciones económicas voluntarias para invertir en proyectos destinados a absorber, reducir o evitar las emisiones de CO2

tierras agrícolas y pastizales

Tierras agrícolas y pastizales

Las tierras agrícolas o pastizales son el segundo depósito o «sumidero» de carbono, después de los océanos. La recuperación de ecosistemas esenciales en la tierra y el uso sostenible del suelo en zonas rurales y urbanas pueden contribuir a la adaptación al cambio climático y mitigar sus consecuencias.

En el proceso de la fotosíntesis el carbono atmosférico también afecta al suelo, puesto que aquél que no se utiliza para contribuir al crecimiento de la planta en la superficie, se distribuye a través de las raíces y se deposita en la tierra. Este carbono, si no sufre ninguna alteración, puede permanecer soterrado durante miles de años.

Incrementar la cantidad de materia orgánica en los suelos con pequeños cambios en las técnicas agrícolas, reducir la erosión y disminuir las pérdidas derivadas de la quema y el sobrepastoreo pueden llegar a retener hasta mil millones de toneladas de dióxido de carbono. Un ejemplo de captura del CO2 es la Bioenergía con Captura y Almacenamiento de Carbono (BECCS, por sus siglas en inglés), que contribuyen a la reducción a través de dos vías: por un lado, los cultivos que se utilizan como biomasa capturan CO2 en su crecimiento; y por otro, cuando esa biomasa se quema para generar energía, se captura el CO2 para almacenarlo geológicamente, resultando un balance negativo en emisiones.

humedales y masas de agua

Humedales y masas de agua

Los humedales, considerados tradicionalmente como zonas baldías e insalubres, son terrenos muy valiosos para el medioambiente por su capacidad para capturar y almacenar el CO2 atmosférico. La conservación de humedales y turberas, la recuperación de ecosistemas costeros y la potenciación y conservación de la diversidad marina y costera podrían llegar a reducir hasta un 12 % la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Los manglares, por ejemplo, y en menor medida las marismas, pueden reducir la energía de las olas y las corrientes, estabilizando los sedimentos con sus raíces y reduciendo el riesgo de inundaciones que provocan las mareas.

Por otro lado, las soluciones climáticas naturales para la gestión del agua permiten mejorar el uso de los recursos hídricos; por ejemplo, mediante la conservación y protección de las cabeceras de las cuencas hidrográficas o regulando los flujos naturales. Tal como refleja el Informe Mundial sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos de las Naciones Unidas de 2018, las soluciones basadas en la naturaleza en la gestión del agua son fundamentales para alcanzar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, dado que generan también beneficios sociales, económicos y ambientales, como la salud humana, la seguridad alimentaria, el crecimiento sostenible y la protección de los ecosistemas y la biodiversidad. 

Beneficios de las Soluciones Basadas en la Naturaleza

Las soluciones basadas en la naturaleza pueden aportar hasta el 37% de la mitigación de emisiones necesarias para limitar el calentamiento global a 2 grados centígrados en 2030. Con ello, estaremos contribuyendo a cuidar el medio ambiente. Además de esto, suponen una palanca adicional para avanzar en la transición energética por sus múltiples beneficios:

  • Mayor capacidad de almacenamiento de carbono y agua
  • Están ya listas para su aplicación inmediata a gran escala y presentan el menor coste por tonelada de CO2 secuestrado
  • Reducción de la erosión del suelo
  • Incremento de la biodiversidad
  • Son una fuente de ingresos, generando además riqueza en entornos rurales
  • Favorecen el asentamiento de la población y crean empleos para colectivos vulnerables